Este grupo que hace parte de los micronutrientes, es tal vez de los más nombrados debido a su efecto benéficos para la salud, pues tienen la capacidad de potenciar la actividad de distintos sistemas; entre ellos el sistema inmune. Las vitaminas se encuentran en distintas cantidades en la mayoría de los alimentos que se consumen a diario y se encuentran involucradas en varios procesos que deben llevarse a cabo para mantener el equilibrio y realizar algunas funciones en el organismo como la reparación de tejidos, la digestión, el metabolismo de moléculas, entre otros.
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Para empezar, es importante entender que consumir una cantidad acorde a los requerimientos diarios, es lo que se conoce como un consumo suficiente. Esto permite mantener unos niveles tolerables de vitaminas en sangre, para realizar las funciones en las cuales estas son requeridas y así, mantener una “reserva” en caso de llegar a necesitarse, y de no ser así, podrían llegar a presentarse niveles bajos o una deficiencia, lo que puede llevar a alteraciones en el estado de salud. La deficiencia de vitamina B9 o ácido fólico por ejemplo, tiene relación directa con enfermedades como la anemia o las neuropatías, por lo cual se hace fundamental tener presente qué alimentos nos proveen de suficientes beneficios como para consumirlos de manera habitual y la función de las vitaminas en los diferentes procesos biológicos.

Dentro de las vitaminas de mayor relevancia, se encuentran las que se conocen como “antioxidantes” que son la vitamina A, C y E; las cuales tienen dicha agrupación debido a que tienen la capacidad de disponer de desechos que se producen a diario en el organismo y reducir así el daño que un exceso de estos podría llegar a producir. Se ha hablado incluso de su capacidad de reducir el riesgo de padecer patologías como el cáncer. Además de esta capacidad, a las vitaminas A, C, D y E se les atribuyen funciones dentro del sistema inmune, pues mejoran la respuesta frente a los agentes infecciosos, disminuyendo así el impacto que pueden llegar a tener ciertas infecciones, comparado con pacientes con niveles deficientes de esta vitamina.

Finalmente, una alimentación que incluya vegetales como la zanahoria, pimentón, brócoli y vegetales de hojas verdes, además de frutas como la fresa, el kiwi y los cítricos, garantiza un aporte nutricional satisfactorio. Siendo así, hablar de vitaminas implica enfocarse en tener buenos hábitos, al menos en lo que respecta a los alimentos y nuestra forma de consumirlos. Procura que cada bocado sea la oportunidad de nutrirse bien y de disfrutar de un momento que genere bienestar.

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